En las últimas décadas, el estrés se ha convertido en la mayor pesadilla de la población -quizás por el acelerado ritmo de vida-, el exceso de trabajo, estudio o alguna preocupación. Escuchar música puede ser una buena opción para relajarse, pero, según advierten los expertos, se debe tener cuidado con el género a elegir, porque puede llegar a afectar el comportamiento, sobre todo el de los jóvenes, que son los más vulnerables.
En la República Dominicana se ha puesto muy de moda el género dembow, el cual es preferido especialmente por la juventud. El género se caracteriza por su jerga barrial, doble sentido en sus letras y un agresivo baile que incita al sexo, para muchos. Pero los jóvenes, especialmente los de sectores marginados, también prefieren escuchar el reggaetón, dancehall, el hip hop y la salsa (especialmente la de intérpretes dominicanos), por que utilizan un tipo de expresión crudo y directo.
Para el psiquiatra Secundino Palacios, la música siempre ha sido un mecanismo para inducir a los pueblos, ya sea al amor, a la paz, a la violencia o al odio, y cuyo contenido puede tener un impacto devastador para quienes las escuchen, especialmente para la clase joven que está en un proceso de desarrollo.
“Un joven, una joven que escucha música con un contenido poético humanístico, tierno, de solidaridad, de amor, de paz, es un joven que se va a sensibilizar y va a ser mejor ciudadano”, manifiesta Palacios.
Atendiendo al impacto que puede tener la música sobre la juventud, el experto considera que es de suma importancia que en el país se vuelva a exigir que cada composición musical tenga mensajes y contenidos humanísticos que estimulen el amar y la solidaridad.
Entiende que en el país hay espacio para el llamado género urbano, como el bembow y el reggaetón, pero que debe cambiar su estructura por una poética llena de mensajes que incite a la solidaridad, ternura y al buen vivir.
A juicio del Palacios, los intérpretes de música urbana en su mayoría incitan a la violencia, al desprecio, odio y al resentimiento, antivalores que hacen mucho daño a los jóvenes, sobre todo a los que están en proceso de crecimiento y formación. Dice que es lo busca el narcotráfico para crear una sociedad violenta para así incrementar el comercio de las armas, la venta de drogas y para destruir la condición humana.
“Un joven que pasa tres horas escuchando esa música algunos conceptos malos le queda en la cabeza, en su cerebro, versus el joven que está tres horas escuchando una buena música con un gran contenido humanístico, poético, de ternura, de solidaridad, de amor, algo le queda en la cabeza”, comparó el también psicoterapeuta.
Empero, el especialista sostiene que ese género musical no debe ser reprimido, sino, que debe ser orientado para que sus intérpretes utilicen contenidos que induzcan al crecimiento humano, psicológico, social y emocional.
“Deben tener un mensaje de bien, que les hagan ser mejores ciudadanos, mejores hijos, mejores esposos, mejores hermanos, mejores vecinos, en definitiva, mejores seres humanos para la humanidad”, sugirió el psicólogo.
Considera que el uso de las bellas artes, estimulada desde la escuela, desde los primeros años de vida del niño, da un ser humano más tierno, respetuoso de la sociedad, de las normas de convivencias y a los derechos de los demás seres humanos.
Dagoberto Tejeda defiende “música de calle”
Sin embargo, el sociólogo y folclorista Dagoberto Tejeda Ortiz, difiere de estas declaraciones y considera que la llamada “música de calle”, no es más que una forma de expresión, de protesta y resistencia en la que los jóvenes buscan su identidad.
Entiende que este tipo de música es un refugio, debido a que a su juicio, los jóvenes son excluidos socialmente, carecen de oportunidades, no tienen nada que buscar y que es el único camino que tienen de mostrar su inconformidad con la sociedad actual
“La violación de estas normas a nivel de lenguaje, a nivel de los gestos, es una manera de protestar de los jóvenes, es una manera de rebeldía, es una manera de la búsqueda de su propia identidad. Por lo tanto, yo respeto completamente las expresiones de los jóvenes, de manera ninguna yo las condeno”, sostuvo el sociólogo.
Tejeda rechazó que la música que prefieren los jóvenes en la actualidad los inciten a desviarse de su camino o a la violencia, y consideró que son manifestaciones transitorias que se transforman en la medida en que cambian las condiciones y la naturaleza de la sociedad.
A juicio del sociólogo dentro del pueblo dominicano existe “un falso puritanismo” de quienes reaccionan de manera negativa condenando las expresiones propias de la juventud que consume y vive del dembow, cuando la sociedad de hoy día está plagada de violencia y agresividad.
“Ellos simplemente están dando una especie de reacción ante una sociedad de inequidad, una sociedad de desigualdad, una sociedad de apariencia, de hipocresía, de la impunidad. No podemos pedirles a los jóvenes lo que nosotros no somos capaces de ofrecerles y dar como sociedad a nivel de comportamiento”, se quejó Tejeda.
Llamó a la compresión y al diálogo para que los jóvenes puedan buscar su propio camino, debido a que entiende que cada época tiene su propia expresión.
Lo expresado por el sociólogo coincide con lo expuesto por Juliver Fabián, de 22 de años, residente en el sector Engombe, del municipio Santo Domingo Oeste, quien prefiere escuchar la música rap y hip hop.
“La escucho porque ese creció en los barrios y lo veo como una forma de protestar por las cosas malas de nuestro sistema. Esta música contiene mucha letra y poesía”, expresa el joven estudiante de Agrimensura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo –UASD-.
Considera que tanto el rap y el hip hop como sus intérpretes tienen actitud y son revolucionarios.
Fuente: Elcaribe.com.do